Dios es un Dios de ira y juicio. Un día dirá: «Ya es suficiente» y acabará con todo el mal de este mundo. Pero el mismo Dios de ira y juicio es también un Dios de gracia y misericordia. Su juicio es una noticia terrible para los que rechazan el evangelio de Cristo, pero una buena noticia para los que responden a éste con obediencia.