A través de la intercesión del Espíritu Santo, el propósito de Dios en sus vidas y el amor inquebrantable de Dios, podemos encontrar consuelo y fortaleza. Estamos llamados a tener una confianza más profunda en el plan de Dios y una relación más profunda con Él. Anclamos nuestra esperanza en el amor inmutable y las promesas de Dios. Nuestras aflicciones presentes, por intensas que sean, no se comparan con la gloria que nos espera. Con esta esperanza inquebrantable, estamos llamados a vivir con valentía, confiando en que los propósitos de Dios prevalecerán y Su amor triunfará sobre cada prueba.