¡Protejamos las murallas!
Como cristianos, por el poder y la obra del Espíritu Santo, estamos llamados a vivir una vida de dominio propio. Debemos ser responsables y conscientes de nuestras emociones, acciones, palabras, hábitos y decisiones, sometiendo nuestros propios deseos a la autoridad y enseñanzas de la Palabra de Dios.