Juzgar los motivos de otra persona basándose en su apariencia externa o en otros factores externos es imposible. Las apariencias pueden ser engañosas, por lo que Santiago nos desafía a adoptar la norma de Dios en el trato con los demás. Puesto que no debe haber favoritismo, sino solo amor imparcial entre el pueblo de Dios, no muestres parcialidad.